El árbitro es la máxima autoridad dentro del terreno de juego y, aunque en muchas ocasiones no estemos de acuerdo con él, debemos de aceptar sus decisiones y los padres deben enseñar a sus hijos a respetar esta figura.
Los primeros que deben dar el ejemplo después de los entrenadores son los padres. Si sólo predicamos con palabras y no con el ejemplo, difícilmente los niños van a hacerlo. Por más errores que cometan los jueces, no merecen que nadie les insulte y mucho menos que sufran cualquier tipo de agresión.
A nivel amateur, los árbitros, como los niños, están empezando y cometen errores. Por eso los padres deben explicar a sus hijos que deben ser compresivos y tratar de ayudarlos lo máximo posible.
Las normas forman parte del juego, y sin ellas y un individuo que las imparta, no sería posible el fútbol. Los padres deben enseñar a sus hijos a que las cosas a veces no salen como ellos quieren. Pero que hay que levantarse ante las adversidades y volver a intentarlo.
Este respeto a la autoridad, a las normas establecidas, a superar las adversidades también les servirá a los niños para la vida diaria, ya sea en la escuela, en cualquier tipo de asociación, y más adelante en la vida laboral.
Hablemos de la cancha. Discutir con el árbitro puede sacarte física y mentalmente del partido. Los jugadores que están hablado con el árbitro de una forma activa no están prestando toda su atención al juego. Si están colocados en el terreno de juego para que el árbitro pueda escuchar su opinión, no están pensando en su posición en relación con el juego que se está desarrollando en el campo.
Si el jugador está dedicando su esfuerzo a hablar con el árbitro, no puede comunicarse de manera efectiva con sus compañeros de equipo.
Como entrenador hay que enseñar a los jóvenes jugadores que en los partidos hay que concentrarse en el juego, su situación y las oportunidades que este presenta. Debemos motivar a los chicos a jugar siempre hasta que suene el silbato. Si caen, aunque crean que ha sido falta, deben recuperarse rápidamente para seguir jugando.
Es cierto que en muchas ocasiones un árbitro puede tomar una decisión errónea que puede ser fundamental para el resultado de un partido, pero estos no dejan de ser errores que suceden y que son humanos.
Los árbitros están en un mismo nivel que nosotros y por lo tanto están aprendiendo y mejorando como nosotros mismos lo hacemos cada vez que saltamos a un terreno de juego.
A nivel amateur, jugamos para volvernos cada día mejores. Los árbitros también. Aprender y aceptar los errores de los demás es una lección importante que nos ofrece el fútbol y que nos va a servir para toda la vida.