Las mujeres en el fútbol

Las mujeres se van acercando a su objetivo: la equidad de género. El fútbol no se escapa de esta realidad. La sociedad ha cambiado y los roles también; la institucionalización de lo masculino y lo femenino forma parte de un pasado, aún por superar; la participación femenina en el fútbol se ha incrementado significativamente.

La presencia femenina en todos los ámbitos es fundamental porque constituye un punto de vista diferente al del hombre y en las diferencias está el enriquecimiento.

Las mujeres están en las canchas. Las frecuentan, las visitan, las exploran. Los últimos datos de la FIFA indican que alrededor de 30 millones de mujeres y niñas en el mundo practican fútbol de forma regular, ya sea amateur o profesional.

Las mujeres también están presentes detrás del alambrado, en las gradas hinchado por sus colores, en una galería que muchas veces es un espacio lleno de machismo. Las fanáticas de los distintos equipos se han ganado su espacio a punta de constancia, incondicionalidad y aguante.

Hoy, 211 federaciones están incorporadas a la FIFA y 168 de ellas cuentan con una rama femenil. Así, el reto actual es la profesionalización del deporte más que el desarrollo.

La evidencia muestra que una liga profesional permite la formación de una selección ganadora. Por ejemplo, Estados Unidos cuenta con el mayor número de títulos mundiales y también con una liga nacional muy fuerte.

¿A qué se debe esto? Una parte fundamental es el trabajo que se realiza en los colegios, dónde se fomenta mucho la práctica del fútbol y se les muestra a las chicas como un deporte dónde pueden pasar un buen rato y competir de manera sana.

Pero para muchos lo que benefició el progreso del fútbol femenino en los Estados Unidos fue la ley ‘Title IX’ que entró en vigor en el país en 1972. Principalmente esta normativa prohibía en todos los ámbitos, incluido el deporte, la discriminación por género en las escuelas y universidades que recibían dinero de los fondos públicos, por lo que muchas chicas se interesaron por el fútbol.

En 2016, la Federación Mexicana de Fútbol echó en marcha un proyecto ambicioso: la primera Liga profesional femenil. Fuentes cercanas a la institución señalaban que se trataba solo de un proyecto piloto, con el miedo al fracaso.

Y la bomba estalló. La división de mujeres fascinó en su primer torneo. La asistencia en el primer semestre de competición, incluida la fase de eliminación, fue sorprendente. Acudieron más de tres millones de aficionados a ver a las futbolistas. La Liga pasó de juegos por Internet y Facebook a espacios más estables, al menos, en televisión de paga.

El fútbol femenil a nivel mundial está aquí, se ha asentado y no piensa moverse. El camino ha sido difícil y lo seguirá siendo en el futuro, pero los datos invitan al optimismo: llegará más financiación, más posibilidades de crecimiento y más oportunidades para todas las jóvenes futbolistas.

¿Por qué no pensar, en un futuro, que las estrellas del deporte femenino estén a la misma altura que las del deporte masculino en reconocimiento y proyección histórica? Si algo han demostrado ya los enfrentamientos y los campeonatos entre mujeres es que los partidos pueden ser tan emocionantes como los masculinos. Por ende, no debería de haber ninguna clase de diferencia entre el fútbol varonil y el femenil. Ojalá que pronto, las jugadoras sean igual de famosas y ganen lo mismo que los hombres. Se lo merecen desde siempre.

¡No a la violencia en el fútbol!

El fútbol es un deporte de contacto y muy pasional. Pero estos no deben de ser sinónimos de juego violento jamás, ni en la cancha ni en la tribuna. El mejor fútbol se juega con lealtad y con total respeto hacia el rival.

Por desgracia, la violencia en el fútbol no es un hecho aislado y sí un patrón común que se ha ido desarrollando con el tiempo. La violencia en el fútbol se origina en la propia sociedad y su comportamiento; una sociedad que se expresa en las gradas con frustración, enfados y agresividad que acumulan en su vida cotidiana y que en ningún otro espacio público se permite, pues con toda lógica correrían peligro de ser expulsados del recinto.

Preocupa saber que el fútbol representa el lugar dónde muchas personas dan rienda suelta a sus bajas pasiones, incluso frente a la televisión: insultando al árbitro, odiando a los seguidores del equipo rival, creyéndose que saben más que el propio entrenador, gritando, enojándose…

¿Qué es lo que les pasa a algunos aficionados con el fútbol? ¿Por qué aflora ahí la violencia más que en otros ámbitos?

El anonimato y el apoyo del grupo en el que nos encontramos en las tribunas proporciona un respaldo para sacar estas conductas agresivas. El encontrarnos arropados hace que la culpa y la responsabilidad de esos insultos e incluso agresiones (botellas u objetos lanzados al campo) se dividan en partes iguales. Nos sentimos respaldados por nuestros compañeros.

Pero pensemos en los niños. ¿Qué les queda a ellos de todo esto? Un muy mal ejemplo. Vale recordar que los adultos somos su espejo y tarde o temprano terminarán imitando nuestros comportamientos.

Los padres jugamos un papel importante en el deporte de nuestros hijos. Nuestro papel es fundamental durante la celebración de estos partidos. De nuestro comportamiento aprenderán muchas lecciones. Que sean buenas o malas depende de nosotros.

Los partidos deben ser una fiesta. Tenemos que animar a nuestros chicos de una manera correcta. Durante los juegos es importante comportarse con educación.

La violencia no lleva a nada. En la cancha, no eres mejor jugador si pateas más, no muestras más liderazgo si le gritas al árbitro en cada jugada dividida, no eres más rudo ni más intimidante si te la pasas insultando a los del otro equipo.

En la tribuna pasa lo mismo. Dejemos de confundir pasión con violencia. Ir al estadio a apoyar al equipo es una experiencia inolvidable que se puede hacer con total respeto hacia uno y hacia los demás.

El juego no finaliza con la eventual victoria o derrota de los adversarios, sino con la camaradería y la diversión en un grupo sin distinciones entre quienes, durante el partido, habían sido rivales.

El fútbol debe ser implacable contra la agresividad. Dentro y fuera de la cancha. El fútbol no es una guerra. Sino lo contrario. El fútbol debe de ayudarnos a detenerlas.

¿Por qué no es recomendable discutir con los árbitros?

El árbitro es la máxima autoridad dentro del terreno de juego y, aunque en muchas ocasiones no estemos de acuerdo con él, debemos de aceptar sus decisiones y los padres deben enseñar a sus hijos a respetar esta figura.

Los primeros que deben dar el ejemplo después de los entrenadores son los padres. Si sólo predicamos con palabras y no con el ejemplo, difícilmente los niños van a hacerlo. Por más errores que cometan los jueces, no merecen que nadie les insulte y mucho menos que sufran cualquier tipo de agresión.

A nivel amateur, los árbitros, como los niños, están empezando y cometen errores. Por eso los padres deben explicar a sus hijos que deben ser compresivos y tratar de ayudarlos lo máximo posible.

Las normas forman parte del juego, y sin ellas y un individuo que las imparta, no sería posible el fútbol. Los padres deben enseñar a sus hijos a que las cosas a veces no salen como ellos quieren. Pero que hay que levantarse ante las adversidades y volver a intentarlo.

Este respeto a la autoridad, a las normas establecidas, a superar las adversidades también les servirá a los niños para la vida diaria, ya sea en la escuela, en cualquier tipo de asociación, y más adelante en la vida laboral.

Hablemos de la cancha. Discutir con el árbitro puede sacarte física y mentalmente del partido. Los jugadores que están hablado con el árbitro de una forma activa no están prestando toda su atención al juego. Si están colocados en el terreno de juego para que el árbitro pueda escuchar su opinión, no están pensando en su posición en relación con el juego que se está desarrollando en el campo.

Si el jugador está dedicando su esfuerzo a hablar con el árbitro, no puede comunicarse de manera efectiva con sus compañeros de equipo.

Como entrenador hay que enseñar a los jóvenes jugadores que en los partidos hay que concentrarse en el juego, su situación y las oportunidades que este presenta. Debemos motivar a los chicos a jugar siempre hasta que suene el silbato. Si caen, aunque crean que ha sido falta, deben recuperarse rápidamente para seguir jugando.

Es cierto que en muchas ocasiones un árbitro puede tomar una decisión errónea que puede ser fundamental para el resultado de un partido, pero estos no dejan de ser errores que suceden y que son humanos.

Los árbitros están en un mismo nivel que nosotros y por lo tanto están aprendiendo y mejorando como nosotros mismos lo hacemos cada vez que saltamos a un terreno de juego.

A nivel amateur, jugamos para volvernos cada día mejores. Los árbitros también. Aprender y aceptar los errores de los demás es una lección importante que nos ofrece el fútbol y que nos va a servir para toda la vida.

Cómo el fútbol une a las familias

El fútbol no es más que una representación de la sociedad: alegrías y tristezas. Es, eso sí, una representación especial. El fútbol exalta el sentido de pertenencia y de comunidad.

La felicidad, por colectiva que sea, es motivo de celebración. La vida, con sus sabores y sinsabores, sigue. El fútbol tiene la capacidad de unir que no tiene ninguna otra actividad humana.

A lo largo de su historia, este deporte se ha convertido en un espacio propicio para que la familia pueda reunirse y encontrarse en torno a la pasión que éste despierta en los corazones de millones de personas alrededor del mundo.

¿Qué momentos tienes para compartir con tu familia? ¿Cuánto tiempo tienes para estar con tu papá, tu mamá, tus hermanos o tus hijos? Sin lugar a dudas existen muchos espacios que podemos aprovechar para convivir con todos ellos, desde los más cotidianos como lo es un almuerzo o una cena, hasta otros extraordinarios como lo puede ser un partido de fútbol esperado por todos.

En medio de una sociedad con un ritmo de vida acelerado, dónde las personas pasan casi todo su tiempo trabajando o estudiando, tener espacios para compartir de forma sana una pasión en común es fundamental para la vida de cada persona y es justamente ese uno de los grandes aportes que puede darnos el fútbol.

Esta realidad lleva a que muchos padres y madres acompañen a sus hijos a jugar en la escuela o en algún club desde que son pequeños, generando así un momento dónde pueden acompañarse, alentarse, cuidarse y expresarse mutuamente el cariño que se tienen.

¿Quién mejor que papá o mamá para arropar a un niño frustrado por la derrota? ¿Qué mejor que poder compartir la alegría y orgullo de un gol o una victoria con tus hijos o hermanos? El fútbol genera todas estas y muchas otras experiencias que hacen que la vida sea más rica y entretenida.

La esencia del fútbol es la de generar vínculos, alegrías, compartir, encuentro y una sana y deportiva competencia, que es una riqueza para la cultura en general, y como hemos visto de forma particular lo es para la realidad familiar.

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 7 años y mi papá se encontró con el predicamento de entretener a su hijo los domingos. No siempre había películas infantiles en el cine y a la tercera visita al zoológico los leones nos contagiaban sus bostezos. El fútbol apareció como la solución perfecta. Íbamos al estadio de los Pumas en la Ciudad de México y yo ya fascinado, le pedía ir también los sábados al Estadio Azul.

Durante años, compartimos partidos bajo la lluvia y nos insolamos en días aburridos. Tengo pocos recuerdos de mi padre en una casa, tengo muchos en un estadio.

Lo más sorprendente de esta historia es que me hizo pensar que tenía un padre fanático del fútbol. No era así. En cuanto pude ir por mi cuenta a los estadios, se apartó del juego. Había fingido su pasión para mejorar la mía. Hoy se lo agradezco. Me regaló en el fútbol uno de los grandes amores de mi vida.

Jugar limpio al fútbol

Desde que tenemos memoria, hemos oído mencionar el fair play en el fútbol y lo hemos asociado siempre con el respeto y juego limpio dentro y fuera de las canchas.

El juego limpio es tan necesario en el fútbol como en la vida. Sin embargo, este concepto va más allá del mero respeto o cumplimiento de las normas.

La promoción del juego limpio tiene como objetivo primordial recuperar el sentimiento de jugar como una actividad naturalmente satisfactoria y generalmente agradable, honesta y divertida.

Debemos siempre jugar por el amor a divertirnos y nada más. Si ganamos, ¡qué bien! Si perdemos, siempre habrá otra oportunidad.

Si quieres que tu hijo practique fútbol, es importante que le enseñes qué es el respeto al adversario y tú mismo, como padre o madre, le des ejemplo con tu comportamiento.

Muestra a tu hijo que la victoria pierde su valor si no se conquista de forma honesta y justa: engañar es fácil, pero no aporta la satisfacción de ganar por los verdaderos méritos. Además, el juego limpio tiene recompensa aunque no se gane: te ganas el respeto de los demás. Mientras que el que gana con trampa, pierde credibilidad ante todos.

Se debe jugar para ganar incluso cuando creemos que no tenemos oportunidades: la auto superación siempre es necesaria. Ahora bien, a veces se gana y a veces se pierde, y hay que aceptarlo y aprender a perder con una sonrisa.

Enseñemos a nuestros chicos a acatar las reglas. Todos los deportes necesitan de estas para que nos guíen, por lo que hay que entenderlas para comprender mejor el juego y, por tanto, ser mejores jugadores.

El juego limpio es el corazón del fútbol y, por esa razón, la FIFA se esfuerza en preservarlo. La encomienda se ha llevado a cabo de diferentes formas, desde el izamiento de banderas de juego limpio de la FIFA en los estadios, hasta la difusión de vídeos sobre este tema en las pantallas gigantes de los estadios, o la divulgación directa del mensaje a cargo de los capitanes de los equipos ante los seguidores antes de empezar los partidos.

En Alemania han implementado la Copa Fair Play como una manera de incentivar la cultura del juego limpio en los jóvenes. Este torneo funciona con un sistema de puntaje, válido para los 200 equipos que participan en las diferentes categorías.

Los puntos son asignados durante las conversaciones en los vestuarios de jugadores, entrenadores y árbitros, con arreglo a un grupo de normas.

Durante los partidos no se analizan solamente las acciones en el terreno, sino que también se evalúa el trato entre jugadores e incluso la conducta de los espectadores. Adicionalmente, cada equipo debe evaluar también la impresión general que tiene de su adversario.

Más recientemente vimos lo que pasó en la Copa del Mundo de Rusia entre Japón y Senegal. A la hora de definir al segundo lugar del grupo H, el conjunto nipón y el senegalés se encontraban empatados en absolutamente todo: puntos, goles a favor, goles en contra. ¿Qué le dio a Japón el segundo lugar sobre los africanos? El fair play. Los japoneses tuvieron menos amonestaciones a lo largo de los tres partidos de la fase de grupos y por ende, obtuvieron la calificación a la segunda fase sobre el conjunto de Senegal.

El juego limpio beneficia siempre a los dos equipos enfrentados. Es una idea tan básica que, sin ella, todas las competiciones degenerarían en un caos total. Teniendo esto en mente, cada protagonista del fútbol debería pasar ese mensaje, dentro y fuera del campo.

No hay ninguna duda de que el fútbol es un juego magnífico, pero para ser verdaderamente bello, debe jugarse en un ambiente de cordialidad. Y ahí el juego limpio es imprescindible.

No vivo del fútbol amateur, pero vivo por él y para él

El fútbol amateur no tiene absolutamente nada que envidiarle al fútbol profesional. Podríamos pensar que el fútbol a nivel profesional es mil veces mejor, pero la realidad, créanme, es otra.

En el fútbol profesional hay de por medio muchísimo dinero, patrocinadores, los clubs tienen unas instalaciones muy buenas, estadios, canchas de pastos sintético y natural, uniformes caros, zapatos caros, sueldos carísimos, los futbolistas viven como reyes, tienen autos, miles de casas, tarjetas de crédito, hacen comerciales, tienen negocios grandes… En el fútbol amateur, se juega únicamente por el amor a éste. Y con eso basta.

Tristemente, el jugador profesional en ocasiones juega por intereses económico y personales o incluso fama. En el llano y en las canchas de nuestro vecindario, se juega para sudar la camiseta, por hacer deporte, por levantar una copa -que no tiene ningún valor material y no importa en lo absoluto- junto a nuestros compañeros y amigos.

Pero seamos honestos, ¿cuántos fanáticos del fútbol no tuvimos el sueño de llegar a ser un profesional y defender la camiseta de nuestro equipo favorito? La gran mayoría, claro está. Desde pequeños, despertábamos todos los días con el balón bajo el brazo, pensando, comiendo y viviendo uno de los deportes más hermosos del mundo, soñando que, algún día, pudiésemos ser como nuestros ídolos, alcanzar la gloria y ser ovacionado por un estadio entero, ganando el mundial de fútbol con un gol al último minuto.

Finalmente, son pocos los que pueden cumplir ese ideal de niños. Muchos no logran ser futbolistas profesionales y terminan olvidando ese sueño, pero el amor por el balón jamás se olvida.

Algunos -me incluyo-, nunca dejamos de ser niños, nunca dejamos de pensar en formar parte de un equipo de fútbol, nunca quisimos olvidarnos de obtener un título. Esas personas tomamos una opción: el fútbol amateur.

¿Qué se siente formar parte de un equipo de “barrio”, como le llaman normalmente? ¿Es tan distinto de ser profesional? Totalmente lo contrario. Desde que comienzas a integrar un equipo amateur, creas un nuevo sentimiento de pertenencia, empiezas a ser hincha otra vez, a luchar, sudar, festejar e incluso llorar, por otra institución deportiva o, por lo menos, yo lo he vivido así.

Cada fin de semana, me levantaba temprano y comenzaba a hacer mi bolso para ir a entrenar con mis amigos del club. Preparaba mis tacos, ordenaba mi ropa e iba con una sonrisa a olvidarme durante una o dos horas de que en el mundo existía algo más que el fútbol. Me cansaba, me caía, me frustraba y todo para defender el honor de un club que no me pagaba millones, no tenía un estadio de lujo y no formaba parte de una liga profesional.

Al final, eso es lo que soñábamos cuando chicos ¿o no? Hacer lo que más amamos en la vida, dar lo mejor de nosotros por un equipo, sentir como una camiseta puede ser nuestra segunda piel.

Entre ser profesional y amateur, no hay mucha diferencia. Tuve todas las sensaciones que un futbolista de élite puede vivir, jugué en un estadio lleno y escuché a gente gritar de alegría por ese gol que nos daba el triunfo. Sentí la copa de campeón en mis manos y vi la cara de felicidad en el rostro de mis amigos y familiares.

No vivo del fútbol amateur, pero vivo por él y para él. Mientras pueda, seguiré intentando defender la camiseta de un equipo de fútbol, sin importar que no sea profesional, porque es lo que amo hacer y no dejaré que etiquetas me impidan seguir soñando.

Cómo ha crecido el fútbol en Estados Unidos

En Estados Unidos, el fútbol ha llegado para quedarse. La designación oficial de la Copa del Mundo conjunta para Norteamérica en 2026 es el espaldarazo definitivo al soccer, que ha crecido exponencialmente desde 1994.

Estados Unidos, México y Canadá serán sede de forma conjunta del Mundial de fútbol de 2026. En un momento de supuesta tensión entre estos países por la renegociación del Tratado de Libre Comercio, la designación solamente viene a confirmar la buena relación que hay en Norteamérica.

La convivencia entre Estados Unidos y México solo puede ir a más, el poder de los latinos en Estados Unidos solo puede ir a más, y el fútbol en Norteamérica solo puede ir a más. Al menos, eso es lo que dice la apuesta de la FIFA.

En lo deportivo, el torneo volverá a Estados Unidos (donde se jugarán la mayoría de los partidos) 32 años después de la Copa del Mundo de 1994, año dónde Estados Unidos debutó como anfitrión en los Mundiales y organizó un muy buen torneo dónde Brasil, de la mano de Romario y Bebeto, alzó su entonces cuarta copa. Hoy, son pentacampeones.

Ni siquiera había una liga profesional en 94’. Pero aquella competición no fue una anécdota en la historia del fútbol. Estaba diseñada para encender la chispa del fútbol en el mercado más grande del mundo. Y eso, lo consiguió. La liga profesional Major League Soccer (MLS) debutó dos años después en el 96’.

Estados Unidos tuvo algo que celebrar por primera vez cuando su selección femenina ganó el Mundial de 1999, y no se empezó a enterar de que tenía una liga de fútbol hasta 2002, cuando de pronto el equipo nacional masculino se clasificó para Cuartos de Final de la Copa del Mundo derrotando ni más ni menos que a México en los Octavos de Final.

De la mano de Landon Donovan, el futbolista más grande en su historia, los Estados Unidos caerían de manera apretada ante la poderosa Alemania en los Cuartos de Final.

Según datos de 2016, Estados Unidos es hoy el segundo país donde más se juega al fútbol del mundo, solamente por detrás de China. Y tiene más de cuatro millones de jugadores federados, sólo por detrás de Alemania.

Según un informe de The Economist, la televisión norteamericana es la que ofrece más horas de fútbol en directo del mundo.

El verano de 2018, a pesar de que el equipo nacional no compitió en Rusia, Fox transmitió 38 partidos en directo y un total de 350 horas de programación del Mundial. Se trató de “la mayor producción de Fox Sports en sus 24 años de historia”, según anunció el productor ejecutivo de la cadena, David Neal.

Lo que verdaderamente ha cambiado en el fútbol en Estados Unidos es el paso del tiempo. Lo que en 1996 era una liga recién inventada, hoy empieza a tener una cultura.

Existe hoy una generación de 20 ó 30 años que ha crecido yendo al fútbol con sus padres. Ya no son fans del LA Galaxy o del Seattle Sounders porque era la única forma de ver fútbol los domingos; ahora, los aficionados son verdaderamente de esos equipos, son los colores de su infancia.

Esa base de aficionados es lo que está inyectando un optimismo en la liga MLS que, a pesar del tremendo revés de quedarse fuera del Mundial de Rusia, indica que sólo puede crecer.

El impulso es especialmente significativo en las ciudades con mayor presencia de latinos, inmigrantes e hijos de inmigrantes, mexicanos en su mayoría, que traen una cultura de fútbol de sus países y la traspasan a sus hijos.

No es casualidad que los dos equipos de Los Ángeles tengan como estrellas en punta a dos mexicanos, Giovani Dos Santos en el LA Galaxy y Carlos Vela en el Los Angeles Football Club.

Poco a poco, la MLS va tomando fuerza a nivel mundial. No le faltan estrellas ya que futbolistas históricos como David Villa, Zlatan Ibrahimovic, Wayne Rooney o Bastian Schweinsteiger han decidido llegar a jugar acá.

Además, a nivel mundial, la MLS está en el sexto puesto entre los campeonatos más vistos por televisión, sólo por detrás del futbol de Alemania, Inglaterra, España, México y China.

El boom ya está: el soccer es el segundo deporte entre los jóvenes en Estados Unidos. Y sólo queda esperar. A nivel deportivo, todo lo que los norteamericanos tocan, lo vuelven oro. Tarde o temprano, gracias a su infraestructura y su poderoso mercado, Estados Unidos comenzará a meterse en la élite y será un lugar del cuál no se moverán.

2026 será la primer gran prueba. De la mano de Christian Pulisic y de otros jóvenes talentos, los Estados Unidos buscarán superar su mejor marca en Mundiales (Cuartos de Final en 2002) y demostrar ahora en el fútbol, que son sin duda el rey de los deportes.

El capitán y su rol en el equipo como líder

Una cosa es ser un buen jugador en equipo, pero otra muy distinta es ser un buen capitán. Pocos tendrán la oportunidad de tener un rol de liderazgo tan importante. Si eres lo suficientemente afortunado como para convertirte en capitán de tu equipo de fútbol, tendrás que ser un líder para tus compañeros tanto dentro como fuera de la cancha.

La parte más importante de ser un capitán es liderar con el ejemplo. Debido a que eres el capitán, tus compañeros te respetarán y seguirán. Independientemente de la situación, tus compañeros tienen que verte trabajar lo más duro posible para ganar el partido.

Algunas formas de mostrar tu esfuerzo incluyen nunca rendirte en una jugada. Esto es especialmente importante si van perdiendo durante un partido. No dejes que la situación determine tu esfuerzo. Hazles saber a tus compañeros que siempre darás tu mejor esfuerzo incluso si no ganas el partido.

En la cancha, debes demostrar un buen espíritu deportivo y tratar a tus oponentes con respeto. Después de que el partido haya terminado, asegúrate también de estrecharles la mano.

No sólo se debe de tratar con respeto a los rivales sino también a la autoridad. De hecho, en muchos deportes, los capitanes son los únicos jugadores a los que se les permite hablar con los árbitros. Recuerda que el árbitro está a cargo en la cancha y no puedes dejar que sus decisiones afecten tu juego.

Sin embargo, no tengas miedo de discutir las decisiones con los árbitros. Solo recuerda hacerlo respetuosamente. Preguntar por qué algo fue o no una falta y explicar por qué crees lo contrario es mucho mejor que tratar de argumentar que el árbitro se equivocó.

Muchas veces a los inicios de los partidos de fútbol, los árbitros comparten determinadas reglas con los capitanes de las que los jugadores deben ser conscientes. Asegúrate de compartir estas reglas con tus compañeros de equipo y entrenadores para que todos tengan una idea de cómo los oficiales planean juzgar el partido.

Otra parte importante de liderar con el ejemplo es hacerles saber a tus compañeros que es importante admitir tus errores. No pongas excusas cuando las cosas salgan mal. Si no estás dispuesto a aceptar la responsabilidad, tus compañeros no tendrán ninguna razón para hacer lo mismo. Es importante animar siempre a los demás después de que cometan un error y hacerles saber que las cosas saldrán bien.

El lenguaje corporal importa. No hagas cosas como encogerte de hombros o lanzar tus brazos al aire si un compañero comete un error. Incluso sin decir nada, este tipo de gestos comunica sentimientos negativos y envía un mal mensaje a tus compañeros.

Como líder, querrás que tus compañeros sepan que pueden hablar contigo sobre el equipo, su desempeño y cómo va la temporada. Invita también a tus compañeros a hablar entre ellos. La buena comunicación en un deporte de conjunto lleva al éxito.

Como capitán, sabes que el entrenamiento es tan importante como el partido. Tal como en los partidos, tienes que estar dispuesto a trabajar duro para mostrarles a tus compañeros lo que es importante.

Si bien el entrenador está a cargo del equipo, no puede estar en todas partes a la vez y es probable que necesite tu ayuda. Si notas que alguien necesita ayuda, ofrécela en lugar de esperar a que el entrenador se dé cuenta. Si es momento de que empiece el entrenamiento y tu entrenador está haciendo otra cosa, organiza estiramientos o un ejercicio para asegurarte de que hagan algo productivo.

Existen muchos tipos de liderazgo. Ser capitán no es gritar por gritar. Veamos por ejemplo el caso de Lionel Messi en la Selección argentina. Messi es un líder silencioso. Messi no grita, pero pide la pelota. Es el mismo caso de Andrés Iniesta. Dos futbolistas que no gritan ni buscan ser protagonistas sin la pelota, sino que juegan, hacen genialidades, y desde allí, tratan de conducir a sus equipos hacia los objetivos.

Créanme, los buenos capitanes no nacen; ser un buen líder, como cualquier otro aspecto del deporte, toma tiempo y práctica. Si te han elegido o te sientes listo para tomar este rol dentro de tu equipo, felicidades, ahora tienes más una responsabilidad que un privilegio. Hazlo con honor y disfruta del viaje.

La importancia de la puntualidad en el fútbol

En el fútbol existe un famoso dicho que va así: “llega un minuto tarde al entrenamiento y llegarás un segundo tarde a la jugada.” Apréndetela, hazla tu nueva forma de vida, no sólo en el futbol, sino en la vida diaria.

La puntualidad en la vida diaria significa respeto por lo más valioso que tienen los demás: su tiempo. En el futbol significa el respeto por ti, por tus compañeros, por tu sueño, pero, sobre todo, por el fútbol.

Trillado resulta hablar de esto, sin embargo, son siempre más los que llegan barriéndose al entrenamiento que los que lo hacen de manera puntual. Y es que no hay que ser muy inteligentes para darse cuenta que llegar a tiempo a la práctica es un claro mensaje al entrenador de que quieres estar, de que ayer descansaste bien y que hoy te levantaste más temprano para poder estar en forma y ser uno de los considerados para los partidos.

Aquél que le dedica más tiempo a su preparación, cosechará frutos más dulces en un futuro. Aquél que le dedica tiempo y esfuerzo a esta profesión, siempre le irá mejor.

¿Cuáles son las ventajas de llegar más temprano a los entrenamientos y a los partidos los fines de semana? Llegar con anticipación te permite tener oportunidad de vestirte con calma y de programar tu plan de trabajo e incluso, cuando te lo permiten, de realizar un poco de gimnasio o fuerza de brazo antes de entrar a la cancha.

En el fútbol profesional, te imponen una multa económica si llegas tarde a una reunión, a un entrenamiento y una sanción mucho más severa si lo haces para un partido.

Creo que la puntualidad es un valor que representa respeto no solo al trabajo en equipo sino a uno mismo. Si los demás pudieron llegar a tiempo, ¿por qué uno no pudo?

Los entrenadores lo agradecen mucho también. Pep Guardiola lo dijo en una entrevista cuando le preguntaron: “¿qué valora en los entrenamientos?”. El español actual técnico del Manchester City respondió: “lo principal es la puntualidad de los jugadores y su comportamiento. Durante la preparación suelo trabajar mucho el aspecto técnico y táctico. Y entre más tiempo tenemos juntos, mejor será esta preparación.”

En la vida como en la cancha, la puntualidad habla mucho de la persona así que respeta al futbol y éste te respetará a ti, un segundo tarde en la jugada puede significar un gol en contra y ese error, tu titularidad, y así nos podemos ir hasta decirte que un simple detalle como éste puede truncar tu carrera y todo esto, por esos malos hábitos cómo lo son la impuntualidad y la irresponsabilidad.

Te juro que no miento cuando te digo que cuando tú apenas te estás levantando, los delanteros del equipo contrario ya están practicando el tiro a gol.

¿Por qué debemos de cuidar nuestro terreno de juego?

El martes 19 de junio de 2018, todos los amantes del fútbol quedamos sorprendidos: Japón derrotaba de manera contundente a una Selección de Colombia que era clara favorita para llevarse el primer lugar del grupo H de la Copa del Mundo. Y horas más tarde, Polonia, cabeza de serie del mismo grupo y con todo y Robert Lewandowski en la delantera, sería también vencida por un equipo alegre y valiente de Senegal.

Sin embargo, aunque pareciera, la sorpresa no está siquiera en este par de resultados históricos sino en lo que pasó después. Los hinchas tanto de Japón como de Senegal se encargaron de limpiar sus respectivas tribunas antes de retirarse de los estadios dejando unas escenas grabadas en nuestra memoria para la eternidad.

¿Y qué pasó días más tarde? Los peruanos imitaron lo hecho por los nipones y africanos recogiendo los desechos acumulados durante el choque entre su selección y Francia a pesar de haber perdido el partido y quedar así eliminados del Mundial.

Y es así cómo debería de funcionar el mundo: copiando lo bueno.

Para toda la gente que juega al fútbol, la cancha es sagrada. Es un lugar al que se le debe un máximo respeto ya que nos está permitiendo desarrollar una actividad que nos encanta. Debemos ser agradecidos y cuidar este recinto.

No solamente eso; el terreno de juego es un lugar público. No somos los dueños de la cancha, e incluso aunque lo fuéramos, es importante recoger absolutamente todo y dejarla impecable para las siguientes personas que vayan a utilizarla.

Si llevamos botellas de agua para hidratarnos durante el partido o frutas para mantenernos con energía, es importante recoger los envases y las cáscaras al terminar. Lo mismo sucede con nuestros objetos personales. Al ingresar una maleta o cualquier bolsa a una cancha de fútbol, es nuestra responsabilidad llevárnosla con nosotros al finalizar el juego.

A nivel profesional, existen trabajadores por parte de los mismos estadios o de los clubes que realizan la muy digna labor de mantener el terreno de juego de forma impecable para que sea realice el espectáculo; pero es a nivel amateur, dónde se debe de fortalecer nuestra conciencia sobre este acto. Debe ser una obligación moral de nosotros mismos cuidar las canchas dónde jugamos.

Y en la tribuna debe de ser igual. Nosotros al ingresar a un estadio de fútbol es como si estuviéramos llegando a una casa ajena y debemos comportarnos a la altura, como lo haríamos en cualquier lugar como cuando somos invitados.

Absolutamente nada cuesta levantar tu basura al final del partido. Es una muestra de civismo y de agradecimiento hacia la gente que hace posible que nuestros hijos puedan jugar y divertirse. Sin ir más lejos, cuidar los terrenos de juego es lo mínimo que podemos hacer.

Es agradable pensar que las muestras de civismo también son contagiosas. Ya lo demostraron japoneses, senegaleses, peruanos, mexicanos, colombianos durante el Mundial. Nos toca a nosotros.