Jugar limpio al fútbol

Desde que tenemos memoria, hemos oído mencionar el fair play en el fútbol y lo hemos asociado siempre con el respeto y juego limpio dentro y fuera de las canchas.

El juego limpio es tan necesario en el fútbol como en la vida. Sin embargo, este concepto va más allá del mero respeto o cumplimiento de las normas.

La promoción del juego limpio tiene como objetivo primordial recuperar el sentimiento de jugar como una actividad naturalmente satisfactoria y generalmente agradable, honesta y divertida.

Debemos siempre jugar por el amor a divertirnos y nada más. Si ganamos, ¡qué bien! Si perdemos, siempre habrá otra oportunidad.

Si quieres que tu hijo practique fútbol, es importante que le enseñes qué es el respeto al adversario y tú mismo, como padre o madre, le des ejemplo con tu comportamiento.

Muestra a tu hijo que la victoria pierde su valor si no se conquista de forma honesta y justa: engañar es fácil, pero no aporta la satisfacción de ganar por los verdaderos méritos. Además, el juego limpio tiene recompensa aunque no se gane: te ganas el respeto de los demás. Mientras que el que gana con trampa, pierde credibilidad ante todos.

Se debe jugar para ganar incluso cuando creemos que no tenemos oportunidades: la auto superación siempre es necesaria. Ahora bien, a veces se gana y a veces se pierde, y hay que aceptarlo y aprender a perder con una sonrisa.

Enseñemos a nuestros chicos a acatar las reglas. Todos los deportes necesitan de estas para que nos guíen, por lo que hay que entenderlas para comprender mejor el juego y, por tanto, ser mejores jugadores.

El juego limpio es el corazón del fútbol y, por esa razón, la FIFA se esfuerza en preservarlo. La encomienda se ha llevado a cabo de diferentes formas, desde el izamiento de banderas de juego limpio de la FIFA en los estadios, hasta la difusión de vídeos sobre este tema en las pantallas gigantes de los estadios, o la divulgación directa del mensaje a cargo de los capitanes de los equipos ante los seguidores antes de empezar los partidos.

En Alemania han implementado la Copa Fair Play como una manera de incentivar la cultura del juego limpio en los jóvenes. Este torneo funciona con un sistema de puntaje, válido para los 200 equipos que participan en las diferentes categorías.

Los puntos son asignados durante las conversaciones en los vestuarios de jugadores, entrenadores y árbitros, con arreglo a un grupo de normas.

Durante los partidos no se analizan solamente las acciones en el terreno, sino que también se evalúa el trato entre jugadores e incluso la conducta de los espectadores. Adicionalmente, cada equipo debe evaluar también la impresión general que tiene de su adversario.

Más recientemente vimos lo que pasó en la Copa del Mundo de Rusia entre Japón y Senegal. A la hora de definir al segundo lugar del grupo H, el conjunto nipón y el senegalés se encontraban empatados en absolutamente todo: puntos, goles a favor, goles en contra. ¿Qué le dio a Japón el segundo lugar sobre los africanos? El fair play. Los japoneses tuvieron menos amonestaciones a lo largo de los tres partidos de la fase de grupos y por ende, obtuvieron la calificación a la segunda fase sobre el conjunto de Senegal.

El juego limpio beneficia siempre a los dos equipos enfrentados. Es una idea tan básica que, sin ella, todas las competiciones degenerarían en un caos total. Teniendo esto en mente, cada protagonista del fútbol debería pasar ese mensaje, dentro y fuera del campo.

No hay ninguna duda de que el fútbol es un juego magnífico, pero para ser verdaderamente bello, debe jugarse en un ambiente de cordialidad. Y ahí el juego limpio es imprescindible.

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