El fútbol es uno de los deportes más practicados y seguidos en el mundo entero. Niños, niñas, adolescentes, adultos e incluso abuelitos se lanzan al campo para, según las posibilidades de cada uno, pasar un rato de diversión.
Es importante no sólo a nivel deportivo, como juego y pasatiempo, sino también a nivel social, ya que une a grupos de todas clases socioeconómicas, a clubes o incluso a naciones.
¿Quién no vibró con esta Copa del Mundo celebrada en Rusia? ¿Quién de la gente que conoces no habló de los goles de Cristiano Ronaldo? ¿Del coraje y amor propio de los croatas? ¿Del poderío del conjunto francés? ¿De la sorpresiva victoria de México sobre Alemania?
La identificación con un equipo local o con el seleccionado del país al que uno pertenece son elementos sumamente interesantes que sirven para comprender la relevancia que el fútbol tiene a todos los niveles.
Pero el fútbol no sólo es un deporte de masas; es una actividad que aporta beneficios para la salud y el desarrollo emocional de los niños que lo practican.
Este deporte le otorga un espíritu de superación a los chicos que será una de las cualidades que marcarán la diferencia en su futuro. No importa si se trata de su vida laboral, personal o sentimental; saber cómo superarse a sí mismo será siempre una de las soluciones a sus problemas.
Jugar al fútbol le da muchas ventajas psicológicas a los que lo practican. Está comprobado. ¿Otro ejemplo más? Los niños adquieren valores.
La práctica de este deporte potencia el espíritu de sacrificio, genera autoestima en los chicos, les aporta disciplina, capacidad de trabajar en grupo y de esforzarse. Todo esto de una manera muy lúdica y con un sentido muy sano de competencia.
Se trata también de una manera muy buena para desarrollar nuestras capacidades emocionales y de aprendizaje: los niños potencian su capacidad lógica para pensar en la jugada más adecuada, además de ayudarlos a socializar, a aprender a perder y a tolerar la frustración.
Los lazos que se crean en un grupo son especiales; los deportes de equipo ayudan a socializar, pues compartes tiempo, esfuerzo, derrotas y victorias con personas con un mismo interés y la misma edad.
Por otro lado, está la parte de la salud: el fútbol es quizás la mejor manera de descargar energía y correr a todo pulmón. Son 90 minutos (o mucho menos, tú eliges lo que quieras jugar) en los que tu cuerpo se dedica a algo más que a perseguir la pelota, así que tu esfuerzo trae resultados muy positivos: mejorando las características de tu sistema cardiovascular, de tu consumo de oxígeno y aumentando tu velocidad y resistencia.
Esto ayuda también a mantener una buena figura y reduce el riesgo de diabetes y es un ejercicio que combate la obesidad y colesterol. Si quieres perder peso, no hay mejor dieta que una buena alimentación acompañada de un partidito de fútbol todas las semanas. ¿O no?